Me importa madre...


En México la noción de pecado preside la vida. Un desencanto profundo paraliza el movimiento: todo es vanidad y aflicción de espíritu. Nacemos derrotados, cristianos al revés: no sólo aceptamos la contingencia sino que nos solazamos en ella y, lo que es más, le rendimos culto. Soportamos estoicos -me importa madre- la vida. México es la negación de la vida, del optimismo. La risa, salud de cuerpo y espíritu, se halla abolida. Entre burla y conmiseración, de vez en cuando aparece en nuestros labios, acre, maloliente. Practicamos una extraña forma de incesto. En un país en el cual la única ley acatada es la violación, la madre representa, en principio, lo inaccesible. El Dios es la madre y existe como tal porque no hemos reposado con ella en el mismo lecho. Es, por eso mismo, el único punto vulnerable. El más duro de todos los insultos es chinga a tu madre y, prácticamente, empleamos el día en chingarla. Este insulto persigue la nulificación de lo inaccesible, pretende degradar al contrincante: envilecerlo brindándole gratuitamente la categoría de incestuoso. El parlamento del ofendido es obvio: devolver amplificada la misma injuria. Se establece así una identidad étnica entre ambos contendientes: los dos son trasgresores del mismo "tabú", al quitar las comillas el objeto madre se convierte en sujeto, es decir, en mujer. Y la mujer es, por definición, ser accesible: alcohol que rige nuestra vida afectiva. El verbo chingar se convierte en interjección al pasar el hombre del tumulto a la soledad. Chin...es la antítesis de nuestra habitual cortesía: es símbolo de la ira. Tras la tensión de la sociabilidad, viene un período de ensimismamiento, oculto y prolongado, durante el cual nos entregamos a ese estado de furia con el fin de recuperar el equilibrio. Chin... es un afloramiento de nuestro rostro social, un balbuciente me vale madre reglas y preceptos, una catarsis elíptica. Me importa madre es una e presión de defensa, de anticipada defensa, que en caso de no ser oportunamente empleada, se convertiría en su sinónimo: me dieron en toda la madre. Y antes que aceptar la voz pasiva, usamos la activa: te dí en toda la... La madre, por lo que se ve, es polivalente: representa en forma indistinta, lo inaccesible y lo accesible, el valor y la cobardía, la verdad y la mentira. En última instancia, nos defendemos de Cristo amando a su Madre, nos defendemos de la madre rindiendo culto a la Virgen, nos defendemos de las vírgenes violándolas, confiriéndoles rango de madres.




Emmanuel Carballo...
(Escritor, ensayista, crítico literario, editor y periodista mexicano)

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